jueves, 31 de octubre de 2013

El dolor

How i feel right now
EL DOLOR:
El dolor es un sentimiento. Sentimiento confundido. Mezcla de odio y pena. Sentimiento de que tu corazón dejó esas pisadas, que fueron piedras pesadas para tu cuerpo. Quizás algún día se te pase, pero luego de un mes, o tal vez, dos días.
El dolor crece gracias al amor olvidado para siempre. Amor entre amigos, o mejor dicho amor entre novios. El dolor te confunde, puede ser que un día quieras olvidar a esa persona y no hablarle más y otras veces solamente reclama pena para la otra persona.
Y ese dolor se puede convertir en felicidad. Si nosotros queremos, se cumple. El dolor es inevitable y el sufrimiento es opcional.
El dolor es amar a una persona y no poder estar con ella. Y luego te das cuenta que hoy la persona duele, pero mañana ya será un olvido.
Pero cuidado, el dolor es lo único que nos hace saber que aun estamos vivos.

Y puede ser que el dolor no te mata, te hace más fuerte. Por eso, cuando sufrimos, no hay que llorar, sino alegrarse, porque sabes que si sentís el dolor, estás vivo…

Alas

Blue
ALAS:
Los árboles florecían con felicidad. Colores rosas, rojos, amarillos y violetas. Rayos de sol se lucían en ellas. El veintiuno de septiembre se notaba en el paisaje.
Todo primaveral; colores primaverales; paisajes primaverales.
Como sabemos, la primavera es la estación del amor, que en ese tiempo, no prestaba mucha atención a esas “estupideces”.
En realidad, en aquel momento en el bosque, me sentía atraída por un chico. Un chico que estaba sentado en una hamaca blanca. Él miró a mis ojos y sonrió. Me hizo una seña para que me acerque.
-No hay otra hamaca- le dije como respuesta.
Él, con sus ojos color miel y chocolate, me dijo que me sentara junto a él.
Yo miraba hacia su cara. ¡Era perfecta! Cabello oscuro, nariz pequeña y labios carnosos.
El viento soplaba fresco. Me decía piropos hermosos. Era un halago que él, tan perfecto, me dijera cosas hermosas.
Su sonrisa era espléndida. Brillante, encantadora y dulce como un  bombón.
De pronto sentí que él, me tomaba la mano. Mi corazón palpitaba de emoción. Descansó su hermosa mano en mi hombro. Cada vez, su cara se acercaba más. Hasta que sus labios chocaron con los míos. Cerramos los ojos. Nos besamos.
Se estremecieron mi corazón y todo mi cuerpo. Fue un momento mágico; espléndido e inolvidable.
Cada vez el beso se hacía más intenso. Sentí que los dos nos elevábamos a gran altura. El beso seguía. Cuando el chico perfecto salió de mi boca y fantasía, me tomó la mano. Me sonrió y dijo “Ya llegaste de dónde te llamaba”
Su rostro desapareció. Miré a mí alrededor y no conocía dónde estaba.
También era mágico. Era como si él se convertía en un mundo.

Miré mi espalda… Algo blanco y suave estaba allí, algo como ALAS…

domingo, 4 de agosto de 2013

Capítulo 1. Novela Nueva.

Capítulo 1: (nueva novela)
Sonó el despertador. Ir trabajar no me convencía. Estiré los brazos hacia afuera de los acolchados y noté que la temperatura era demasiada baja. Rápidamente volví a mi posición anterior. Brazos y pies dentro de sábanas y frazadas. Mi cuerpo formaba una “bolita” que alcanzaba a calentarme.
    Hoy era un gran día; después de trabajar (último día de trabajo, viernes) iría a la casa de mi tía, en Bariloche, Río Negro. Me tomaría un avión porque mi tía dice que quiere que llegue rápido. La verdad es que nunca tuve respuestas para ese misterio. Desde que me vine a vivir acá, a Funes, Santa Fe, siempre me dice lo mismo y cuando llego, nada, todo normal. Por ahí pienso que ella ya está bastante grande y sola. Recuerdo cuando Pocho, mi tío, murió. Tarde de lluvia, nubes espesas grises inundaban mi triste paisaje del cementerio. Todos lloraban. Algunos por sentimientos verdaderos u otros por intereses económicos.
    Volviendo al tema, no sé por qué hace eso, a lo mejor se siente insegura y cuando llegó lo contrario, segura.
    Aunque mi ventana estaba cubierta por las cortinas, notaba que el cielo se describía oscuro. Tomé fuerzas. Como era el último día de la semana, mi ser estaba por debajo de lo normal. No veía hora de que llegara el mediodía. Esto me hizo acordar a la secundaria. Que lindos recuerdos. Y mi mente se nubló de ellos. Risas, llantos, fiestas, cantos y sonrisas. Todo eso y más era mi adolescencia. Pero debía madurar, graduarme, trabajar y tener mi propia casa. Y lo logré, pero sentía que algo me faltaba. Algo en mi alma estaba vacío y no sabía qué.
    Al fin logré levantarme. Me coloqué mis pantuflas y caminé hacia el baño. De un giro de manijas, el agua ya estaba corriendo por la ducha. Nunca me daba un baño a la mañana, pero ese día lo necesitaba, pues, iba a ser un día muy largo y entretenido.
    El agua. Tan mágico y agradable que miles de personas derrochan... ¡qué pena! Siempre me salvaba de mis locuras.
    Cerré el agua.
    Minutos después, ya estaba en la cocina preparando el desayuno; el agua para el café estaba hirviendo, pero no le hacía caso porque estaba muy concentrada cocinando las tostadas.
    Más tarde, ya estaba disfrutando del pequeño desayuno. Las siete marcaba el reloj. Tenía 15 minutos para comer y después ir a trabajar.
    Comencé a oir el dulce sonido de los pájaros, eso me hizo entrar en mi vida. Siempre me alegraban los días.  Nunca podré contestar si alguien me pregunta “¿Por qué el sonida de las aves te calma?” Pues, no lo sé.
    Siete y cuarto.
    Agarré las llaves y salí a la calle. Debía caminar tres cuadras hasta la parada del colectivo.
    Soy una chica que cuando camina por las calles, observa todo con detenimiento: Los chicos con cara de dormidos yendo a la escuela, gente como yo que sale a trabajar, y la melodía de los pájaros nuevamente.
    Como vivo en Funes, no se escucha mucho ruido de autos y eso me permite oír y sentir la naturaleza.
    Llegué a la parada del colectivo. La línea 133 N, Las Rosas o Monticas, eran opciones para ir a mi trabajo en Rosario ¿De qué trabajo? Pues de secretaria en el Banco Municipal. En realidad yo había estudiado de chef. Pero hice un curso de secretaria, y bueno, ahora trabajo de secretaria.
    El colectivo abrió las puertas de un chiflido y subí.
-¡Hola Ana!- me saludó el chofer que ya me conocía.
-Hola... ¿Cómo va todo?- le pregunté al mismo mientras marcaba la tarjeta.
-Bien, bien. Recién me avisaron que a partir de las doce del mediodía hay paro de colectivos... Asique, vas a tener que salir antes de tu trabajo...
-Uh...- apreté con fuerza los labios y mi cabeza se movía de izquierda a derecha- Hoy me voy a Bariloche, a lo de mi tía. Si no, me tomo un remise o un taxi.-sonreí.
    El chofer me devolvió la mueca. “¿Y si no podría ir  a Bariloche?” Esa pregunta me llevó tiempo responderla, ya que recién cuando saludé al chofer porque me bajaba del colectivo, pensé. “¿Y si me tomo un taxi?No va a ser fácil...” Miré el cielo y este se tornó de nubes espesas color gris. “Es evidente que va a llover”.
    A penas entré a mi trabajo, notaba que todos me observaban con desprecio. “Qué hice? ¿Qué tengo de malo?” pensé.
    Antonella, que me miraba con preocupación, hizo señas para que vaya para hablar con ella.
-¡Hey!- me miró sorprendida- ¿Qué haces acá?
    Me quedé seria, contemplando su cara y la de los demás. No comprendía.
-Todos me miran con cara extraña, incluso vos...-le dije- ¿Qué está pasando?
-¿No sabés?- Antonella hizo una expresión de “uuf”.
    Revoleé los ojos.
-¿Mariano no te despidió?
    “¡¿Qué?! ¿Él? ¡Nunca me haría algo así! Aparte, no hice nada malo. Mi jefe, el me trataba bien, con el que compartimos momentos lindos... ¿y me hace esto?” pensé muy enojada.
-¿Quién te lo dijo?
-Es un rumor... Vos sabés cómo se tratan esas cosas acá. Van y vienen...
-... Capaz que es solo una mentira- agregué un silencio mirando a Antonella desconcertada- Me arruinó el día..
-¿Por qué? ¿Qué ibas a hacer?
-Después del trabajo me voy a Bariloche, a lo de mi tía- respondí sentándome en mi escritorio.
    La “sección de secretaría” se divide en tres partes (según mis amigos y yo): la primera son los que trabajan de verdad. No paran ni para comer. Los denominamos “aficionados”.
    La segunda, la que integro yo, somos los que trabajan pero a la vez nos divertimos. Comemos con tranquilidad, descansamos y todo lo contrario al grupo nombrado anteriormente. Somos los “normales”.
    Y la tercera son los “principiantes”. Hace una semana que entraron a trabajar y ya piensan que van a ser ascendidos. Les copian a los aficionados, pero les sale todo al revés.
    Ocho y media de la mañana.
    Gente desesperada por conseguir dinero, préstamos y demás cosas. “¿Por qué la sociedad se transformó en desesperación, en conseguir todo primero que todos? ¿Por qué la gente es acelerada, si vivir pacíficamente no daña? ¿Por qué la sociedad es egoísta y sólo pensar en su bien? ¿Por qué?” mi mente nunca para.
    Sonó el teléfono.
-Hola. Buenos días. Habla con el Banco Municipal ¿Qué necesita?
-Soy Mariano...
-¿Por qué me hablás por acá?- dije confundida.
-Hay alguien que no quiero que sepa esto.
    Miré para todos lados. Quería averiguar dónde estaba mi jefe. Pasaron segundos hasta que lo encontré. En su oficina, mirándome fijamente.
-Bueno, ya me viste...
    Antonella, que estaba al tanto de lo que sucedía, me señaló que hago todo lo que él desee.
-Sí, ¿qué sucede?
-Quiero que vengas a mi oficina. Sola. Y que nadie te vea...
    Cortó.

martes, 30 de julio de 2013

Adelanto Nuevo Libro

ADELANTO PRIMER CAPITULO NOVELA:
Sonó el despertador. Ir trabajar no me convencía. Estiré los brazos hacia afuera de los acolchados y noté que la temperatura era demasiada baja. Rápidamente volví a mi posición anterior. Brazos y pies dentro de sábanas y frazadas. Mi cuerpo formaba una “bolita” que alcanzaba a calentarme.
Hoy era un gran día; después de trabajar (último día de trabajo, viernes) iría a la casa de mi tía, en Bariloche, Río Negro. Me tomaría un avión porque mi tía dice que quiere que llegue rápido. La verdad es que nunca tuve respuestas para ese misterio. Desde que me vine a vivir acá, a Funes, Santa Fe, siempre me dice lo mismo y cuando llego, nada, todo normal. Por ahí pienso que ella ya está bastante grande y sola. Recuerdo cuando Pocho, mi tío, murió. Tarde de lluvia, nubes espesas grises inundaban mi triste paisaje del cementerio. Todos lloraban. Algunos por sentimientos verdaderos u otros por intereses económicos.
Volviendo al tema, no sé por qué hace eso, a lo mejor se siente insegura y cuando llegó lo contrario, segura.
Aunque mi ventana estaba cubierta por las cortinas, notaba que el cielo se describía oscuro. Tomé fuerzas. Como era el último día de la semana, mi ser estaba por debajo de lo normal. No veía hora de que llegara el mediodía. Esto me hizo acordar a la secundaria. Que lindos recuerdos. Y mi mente se nubló de ellos. Risas, llantos, fiestas, cantos y sonrisas. Todo eso y más era mi adolescencia. Pero debía madurar, graduarme, trabajar y tener mi propia casa. Y lo logré, pero sentía que algo me faltaba. Algo en mi alma estaba vacío y no sabía qué.
Al fin logré levantarme. Me coloqué mis pantuflas y caminé hacia el baño. De un giro de manijas, el agua ya estaba corriendo por la ducha. Nunca me daba un baño a la mañana, pero ese día lo necesitaba, pues, iba a ser un día muy largo y entretenido.
El agua. Tan mágico y agradable que miles de personas derrochan... ¡qué pena! Siempre me salvaba de mis locuras.
Cerré el agua.
Minutos después, ya estaba en la cocina preparando el desayuno; el agua para el café estaba hirviendo, pero no le hacía caso porque estaba muy concentrada cocinando las tostadas.
Más tarde, ya estaba disfrutando del pequeño desayuno. Las siete marcaba el reloj. Tenía 15 minutos para comer y después ir a trabajar.
Comencé a oir el dulce sonido de los pájaros, eso me hizo entrar en mi vida. Siempre me alegraban los días.  Nunca podré contestar si alguien me pregunta “¿Por qué el sonida de las aves te calma?” Pues, no lo sé.
Siete y cuarto.
Agarré las llaves y salí a la calle. Debía caminar tres cuadras hasta la parada del colectivo.
Soy una chica que cuando camina por las calles, observa todo con detenimiento: Los chicos con cara de dormidos yendo a la escuela, gente como yo que sale a trabajar, y la melodía de los pájaros nuevamente.
Como vivo en Funes, no se escucha mucho ruido de autos y eso me permite oír y sentir la naturaleza.
Llegué a la parada del colectivo. La línea 133 N, Las Rosas o Monticas, eran opciones para ir a mi trabajo en Rosario ¿De qué trabajo? Pues de secretaria en el Banco Municipal. En realidad yo había estudiado de chef. Pero hice un curso de secretaria, y bueno, ahora trabajo de secretaria.

El colectivo abrió las puertas de un chiflido y subí.
Lusc0

miércoles, 20 de marzo de 2013

Asesinato en el Hotel Ritz



Capítulo 2: Una extraña situación

                Antes de golpear la puerta, decidí escuchar:
                -¡Pero cómo se atreve a decirme una cosa así!
                -Bueno, no se enoje, ahora yo le voy a buscar a alguien…
                -Ahora nada…
                Se siente que golpea un vaso contra la mesa.
                En ese momento, Michel junto a Pierre se despiden de la habitación.
                -¿Usted estaba escuchando?- pregunta el señor.
                -No, para nada, solamente estaba “espiando” lo que pasaba con esta situación
                -Se hace la graciosa, usted.
                -Perdón, soy una dama…
                Michel, junto a su criado, se marcha empujándome con torpeza hacia el coche comedor.
                Me quedo parada esperando que se retiren, para luego investigar su habitación. Abro la puerta y todo estaba en orden, el vaso en su mesa, la cama hecha y su ropa doblada. Lo que me interesaba eran unos papeles que estaban tirados por la cama. En ese momento entra Nicholas.
                -¿Necesita algo usted?
                -Si, una pregunta, nada más.
                -Siga.
                -¿Michel y Pierre se quedaron desde después del desayuno hasta ahora adentro de esta habitación?
                -Creo que sí. Yo los vi en el coche comedor a las diez y media, luego se dirigieron hacia esta habitación.
                -Ah, muchas gracias Monsieur.
                -¿Quiere que lo deje solo?        
                -Si, no se ofenda.
                -No…
                -Ah, un último favor…
                -¿Si?
                -¿Me podría llamar a Moreno? Y que venga solo.
                -Como usted diga.
                - À bientôt.
                Mi amigo no tardó en llegar.
                -¿Qué pasa? ¿Se siente mal? ¿Por qué está en la habitación de Míster Michel?
                -Eh… ¿tantas peguntas?
                -Nicholas me avisó que lo necesitaba rápido.
                -No, resulta que cuando vuelvo del coche comedor, el cuidador del pasillo se encontraba en mi habitación. Desesperado me explicó que en esta suite se escuchaban ruidos y gritos. Salí al pasillo y me quedé escuchando. Michel estaba con su secretario Pierre y le decía que como se atrevía a hacerle eso. Y luego su ayudante, le contestó diciendo que si quería le llamaría a alguien para que hablara con él. El señor se retiró de su habitación, me preguntó que estaba haciendo. Yo contesté lo que mis células me decían. Luego se fue al coche comedor seguido por Pierre, cuando se retiró me chocó con torpeza. Esperé hasta que se vayan lejos y entre. Ahora me encuentro con todas estas cartas.
                -Ah, una extraña situación… ¿no cree?
                -Yo pienso lo mismo. Un detalle más. Nicholas me dijo que Michel y su criado no salieron de esa habitación desde el desayuno.
                -Muy extraña.
                -Quiero saber lo que son estas cartas. Pero no las voy a abrir.
                -Nos podemos fijar la fecha de entrega y de qué país es.
                La fecha que indicaba era el diez mayo y del país Italia. No tenía postal, lo cual que no estaba mandado por correo.
                Ya eran las cinco de la tarde cuando salimos de la habitación. Faltaban tres días en tren, y solo era el comienzo.
                Cuando me dirigía hacia la cocina para avisarle al chef que comería algo liviano, se me acerca Pierre.
                -¿Usted que quiere saber sobre mi amo?
                -¿Yo?- dije mirando para todos lados.
                -Si, usted, no la estoy culpando ni nada, pero si quiere saber algo, pregunte, tengo toda la tarde y noche.
                -Bueno, lo admito, pero yo solo quería saber que hicieron durante después del desayuno para adelante.
                -Solamente asunto de él…
                -¿Qué asunto?
                -Desde hace unos meses, Michel, recibe cartas de amenazas, anónimos…
                -Sospechoso…
                -Sí.
                -¿Y por qué tanto escándalo?
                -Porque la última carta le decía que estos van a hacer sus últimos días de vida y que debía deudas.
                -Interesante. Muchas gracias. À bientôt.
                El joven se retiró. Siendo las nueve y media, sin entretenimiento, fui a mi habitación a leer.
                Luego de leer una hora, me dirigí al coche. Se encontraban todos reunidos.
                -¿Qué pasa?
                -Pasa, que, me robaron mi anillo de casada- dijo Erika, la mujer de Finlandia.
                -Pero, ¿cuándo pasó?
                - Mi señora dejó el anillo arriba de su mesa de luz, luego se fue a hablar con Rembrandt, la belga.
                -Y usted, Rembrandt, ¿Qué hizo después usted?
                -Yo estaba en el coche del bar, cuando llegó Erika, entonces nos pusimos a hablar de nuestras vidas. Luego ella se retiró y yo me quedé tomando whisky.
                -Erika, ¿Qué hizo luego de tener una charla con su amiga?
                -Después fue hacia mi suite, y ahí me encuentro con que mi anillo no estaba más- rompe con un llanto.
                -Muy interesante. ¿Quién se encontró en el coche bar?
                Respondieron  Rembrandt, Ingre, Peter, Erika, Juhani, Kalevi, Per, Terje y Andrea.
                -Bien, solamente tengo que interrogar a pocos. Birgitta, ¿Qué hizo durante las nueve y diez de la noche?
                -A las nueve me encontraba en mi cuarto leyendo. Luego fui al comedor para preguntarle al cocinero si había una aspirina para el dolor de cabeza. A las nueve y media, fui a hablar con Nicholas porque el chef me respondió que ese no era su tema, sino que el del encargado del pasillo. A las diez me tome la pastilla y me encontré con mi esposo, luego vinimos.
-Muy claro. ¿Y usted. Droff, que hizo?

-Muy breve, a eso de las nueve estuve charlando con David y Paolo sobre los autos- los dos rieron- nos fascinan los coches. A las diez menos cuarto fui a ver a mi esposa porque me informaron que le dolía la cabeza, entonces fui para allá. Como sentimos ruidos, caminamos hacia acá.
                -¿Por lo que tengo entendido, David, se algo de lo que hiciste entre las nueve y diez menos cuarto, no?
                -Pues, sí, en esos cuarenta y cinco minutos charlé con el señor Droff. Y luego me quedé con Paolo.     
-¿Alguien vio  gente en el coche Calais?
                Nadie respondió. Era muy claro, Michel fue. Todo coincidía. El señor tenía deudas. Entonces robó el anillo. No dije nada, todavía faltaba interrogarlo.
                -Bueno, lamento decirlo, pero falta interrogar al Señor Míster Michel.
                -Nadie sabe dónde está- respondió Erika, ya tranquila.
                -Por ahora, no puedo determinar quien fue.- dije. Moreno, que estaba reunido allí me miró como diciendo, él sabe- Hasta que no interrogue a Michel, no sabemos.
                Me dirigí a una mesa y me senté hasta que me atendieran. Todos me miraron con cara de que yo no resolvía ningún caso. Pero luego entendieron y se pusieron a cenar.
                Mientras comía tranquila, vino Míster Michel y se sentó en mi mesa, sin permiso.
                -Buenas noches
                -¿Permiso?
                El silencio se escuchó, perdón se sintió.
                -Permiso-dijo y luego siguió- me temo que tiene un trabajo nuevo- ahora solo bajaba la voz- no culparme a mí por el robo de la joya.
                -Yo soy detective, no juez ni abogada
                -Lo sé, pero le pido por favor que no me culpe a mí.
                -¿A usted le parece que hace unas horas usted me trató como si fuese un espía, y ahora usted me viene a decir que no lo culpe? -dije - Era obvio que usted fue, los que no estaban en el bar cuando sucedió el robo, ya los interrogué y aparte estuvieron todos juntos. Usted es el principal sospechoso, por la carta, que necesita dinero para pagar las deudas y porque fue el único que se quedó en su coche “leyendo”.
                -¡Baje la voz! Usted me está insultando-dijo levantándose
                -Yo, no subo la voz, el que está parado frente a mí, sube la voz.
                -Bien, sino quiere ayudarme, está bien.
                Yo seguí comiendo como si nada. Todos nos miraban. Michel se fue avergonzado a su habitación. Los pasajeros que estaban presentes, empezaron a susurrar al oído.
                -Yo sabía que ese tal Michel era ladrón y farsante- dijo David a Droff.
                -Por eso yo protegía a mi esposa- le respondió.
                Mientras tanto, el grupo de las mujeres, Rembrandt, Ingre, Birgitta, Erika y Andrea, comentaban:
                -Pobre Pierre, su amo lo debe tratar mal- dijo una voz dulce
                -Capaz que su criado es cómplice de él- respondió Ingre
                -Para mí, no, su secretario parece dulce - reveló Erika.
                Todos hablaban. Yo me paré y todos se quedaron mirándome. Allí estaba Moreno.
                -¿Creés que es Michel?
                No respondí. La detective, en este caso yo, nunca revela nada. Y mis neuronas estaban en funcionamiento. Muchos hechos sospechosos en un solo día y el viaje recién empezaba.
                Fui a mi habitación, eran las doce y media de la noche, comencé a leer mi novela favorita. A la una de la madrugada, me fui a dormir. Pero antes, siempre, tengo un vaso de agua en la mesita de luz, porque se me seca la garganta.
                Llamé al encargado del coche Calais (Nicholas).
                -¿Qué desea señora?
                -Un vaso de agua, por favor
                -En seguida
                En unos minutos ya estaba tomando el agua. Cerré los ojos y dormí hasta las cinco de la mañana. Me despertó un ruido que provenía del pasillo. Me asomé, y nada, Nicholas estaba dormido. Pensé “capaz que fue mi imaginación, con ese caso del asesinato raro, me puedo imaginar cosas”.
                Me dormí pensando en que todo iba a estar bien.        
                Al otro día sonó mi despertador a las once de la mañana. “¿Cómo pasó que sonó a las once?” pensé, “¿si yo lo puse a las nueve y media?”.
                Era muy raro. Me dirigí al comedor a desayunar. No sé si estaba dormido, o fue que estaba pensativo, porque en el coche, de nuevo, estaban reunidos.
                Yo, no me di cuenta y me senté a desayunar dormido.
                -¿Señora? ¡Señora!- me despertó Erika.
                -¿Qué? ¿Qué pasa?-  me sobresalté
                -¿Estás bien?
                -Sí.  Tuve una noche dramática.
                -¿A usted también le robaron?
                -No, ¿por?
                -Porque a Birgitta, le robaron su más preciado tesoro, la máquina de escribir de su tatarabuelo.
                -Ah, estamos completitos con los robos.
                -Si, ¿y por qué dice usted que tuvo una noche dramática? Si se puede saber.
                -Claro, fue porque a las cinco de la madrugada, más o menos, sentí un ruido en el pasillo, me levanté para ver que era, y no había nada, solamente estaba Nicholas durmiendo. Y yo había puesto la alarma a las nueve y media y sonó a las once. Es muy extraño.
                -Comprendo.
                Era algo muy raro, el ruido que escuché, la alarma y los robos. No creo que este robo sea de Michel, él no haría todo esto, solamente robaría la máquina de escribir y listo. Pero si no fue él, entonces, ¿quién fue? Era claro. Algún cómplice tenía la información de este tren. Sabía todos los movimientos y la gente rica que se hospedaba.
                -¿Alguien escuchó o vio algo raro la noche anterior?
                Nadie respondió. En el coche comedor se encontraba Michel. Raro que él se reúna en una situación de robo.
                -Por lo que tengo entendido, nadie se dio cuenta de nada-dije rompiendo el silencio.
                La única que habló fue Birgitta, la víctima.
                -Princesa, ¿qué fue lo que hizo desde que se fue a dormir hasta que se despertó? Con detalles.
                -Bueno, en realidad después de cenar, leí hasta las doce y media, luego me acosté y dormí profundamente. A las cinco de la madrugada, escuché un ruido en el pasillo, luego me asomé y no había nada…
                -Espere un momento, ¿dice usted que sintió un golpe?
                -Si, ¿por qué lo pregunta?
                -Solamente, siga
                -Bueno. En ese momento, mi marido se despertó y me preguntó que hacía, yo le respondí. Me acosté, como no me podía dormir, escribí en la máquina de escribir hasta las seis de la mañana, luego dormí profundamente hasta las nueve y media. A esa hora me desperté. Mi marido seguía con los ojos cerrados. Fui hacia el escritorio, y allí me encuentro con que no estaba mi máquina. Lo desperté a mi esposo y fuimos al coche comedor. Hasta ahora.
                -Muy interesante. ¿Dónde dejó usted su elemento?
                -Arriba del escritorio, señora.
                -Ah. Necesito hablar con el señor Moreno. 
                Mi amigo, no tardó en llegar. Hablamos apartados de los demás pasajeros.
                -Entonces vos decís que Michel no fue el que robó la máquina.
                -No lo sé. Puede que sí o puede que no.
                -Comprendo. Capaz que fue Pierre
                -No lo creo, es un muchacho bueno.
                -¿Y los demás pasajeros?
                -No. La única solución es investigar pero sin decir nada a nadie
                -Esa va hacer un gran paso
                -Así es.
                Terminamos de hablar y Moreno se fue. Todos sospechan de nosotros, pero no es así. Soy la detective más famosa del mundo.
                Desayuné y a la una de la tarde, antes de almorzar, paramos en la estación de “Belgrado”. Bajé para tomar aire. Allí estuve pensando y reflexionando. De tanto pensar y pensar, vi a una sombra subirse al último vagón del tren por la ventana. Fui directamente corriendo hacia allí. Miré y no había absolutamente nada, pero en el suelo se encontraba una peluca rubia como el pelo de David y una camisa blanca.
                Se complicaba más. Pero había dos cosas: o el ladrón se camuflaba de un pasajero, o era alguien que estaba en cómplice con una persona.

SWAG MARIE PICKLES